fbpx
Nacionales

La dura tarea de ser un repartidor


03.06.2015
La dura tarea de  ser un repartidor

> José Luis López (Hijo), Bautista, Rosa Vila y Jose Luis “Pepe” López.

 

Seguramente en la calle pocos saben que su nombre completo es José Luis López porque todos lo conocen por Pepe, a quien desde hace 20 años trabaja en la distribución de leche como empleado. Si bien en sus comienzos le tocó ir en la caja del camión como peón, eso fue durante muy poco tiempo ya que rápidamente pasó al volante de los vehículos, siendo una de sus pasiones hasta hoy.

A José Luis nada le fue fácil, su niñez fue dura en el barrio Borro junto a sus cinco hermanos (una mujer y cinco varones en total), desde temprano la vida lo fue marcando como cuando perdió a su padre, épocas duras donde conseguir trabajo no era fácil, por lo que desde siempre la tuvo que pelear. Su madre siempre le inculcó la escuela y el liceo, así fue que llegó el año 84 donde ingresó al ejército hasta el año 95; el uniforme guardado delata el gusto por esa carrera, la que junto al camión son sus dos pasiones.

Desde el año 1995 sus jornadas comienzan muy temprano, actualmente ingresa con el camión a la planta de Conaprole a las 2 de la mañana -según su horario estipulado con la empresa-, y dentro del predio recorre varios sectores, donde entre otras cosas entrega devoluciones de mercadería y bandejas, para luego cargar el pedido que el día anterior fue efectuado.

A las 3 y 30 de la mañana, cargado con 6.000 litros de leche y subproductos, inicia el habitual recorrido que comienza en el barrio 6 de Diciembre y sigue por el Paso de la Arena, Nuevo París, Las Torres, Cadorna, Los Bulevares y 19 de abril, entre otros. Son muy variados los clientes que realiza todos los días, van desde el pequeño almacén que le compra 15 litros hasta el supermercado de 1000 litros diarios. La mayoría son pequeños supermercados y almacenes barriales donde la confianza forma parte de la actividad diaria, ya que el transportista hasta cuenta con las llaves de algunos comercios para dejar la leche en lugares seguros, otros lo esperan despierto y a algunos los sacude con el clásico ruido del freno de aire del camión, evitando así tocar la bocina que despierta a los vecinos.

Desde 1995 hasta el 2004 realizó el reparto de leche en la zona del centro, para después pasar a la zona actual, donde el recorrido diario culmina cerca de las 13 horas, luego de recorrer entre 170 y 200 clientes y tras enfrentar unos 100 kilómetros por los barrios montevideanos. 

Por sus manos pasaron varios camiones, un Mercedes-Benz 1113, un International 4600, y otros más hasta llegar al actual Volkswagen 15180 del año 2012 que la empresa le da para que se lleve a su casa.

Toda su familia a pleno en la actividad 

Su hijo -que lleva el mismo nombre pero que todos conocen como Lolo- comenzó a trabajar en la empresa en que se desempeña su padre a los 18 años de edad aunque desde los 9 andaba en el camión, actividad que según nos confiesa le apasiona. Hoy realiza el reparto de leche en otra zona en un Mercedes-Benz 1314 y los días viernes cubre el descanso de su padre. 

La esposa de Pepe, Rosa Vila, lleva el reparto desde el teléfono y la computadora con actividades como recepcionar pedidos, hacer las planillas, realizar el pedido a Conaprole y hasta prende los camiones mientras su esposo e hijo se preparan para salir a trabajar cada madrugada.

LOS TIEMPOS CAMBIAN

La primera rapiña fue en el barrio Las Torres a uno de sus compañeros, le siguió otro en el barrio 6 de Diciembre hasta llegar a 8 rapiñas en diversos barrios, y si bien puede parecer solo un dato estadístico, estas situaciones extremas van calando hondo en López. 

Colegas le recomiendan que no mire el informativo pero la realidad que enfrenta día a día es inevitable de evadir, colegas repartidores que sufren robos, al igual que sus clientes (tres de los cuales fueron asesinados en robos, más varios asaltados como el caso de una panadería que lleva más de 30 rapiñas), y hasta los robos que le realizaron a su hijo en la misma actividad, son actos que lo han ido marcando. 

El salir armado o contar en ciertas horas con vigilancia de policías no evita la difícil situación de salir día a día sabiendo que un día le puede “tocar” a uno. Hoy, varias horas del reparto las efectúa con un policía: “Reconozco que la respuesta de la policía es rápida, pero en una rapiña ya es tarde porque el hecho ya sucedió, uno lo que quiere es prevención en esta zona, patrullaje en la calles para poder trabajar tranquilo. A mí no me importa laburar 15 horas por día, el camión me encanta, pero salís a laburar amargado por estas cosas, uno en la calle se hace duro pero el problema es cuando apoyás la cabeza en la almohada, durmiendo sobresaltado si el perro ladra o suena el teléfono”.


 

ANÉCDOTA: No molestes a los vecinos

El habitual recorrido durante un largo tiempo tuvo sus modificaciones y no fue por la inseguridad, se trató de la molestia de los vecinos de un barrio que veían afectado su descanso por el ruido del camión. Así fue que durante una madrugada lo esperaron y le dijeron que no entrara más al barrio. La solución fue parar a unas cuadras, y todos a cargar los cajones de leche al hombro o con un carro.